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506.#.#.a: Público

590.#.#.d: Cada artículo es evaluado mediante una revisión ciega única

510.0.#.a: Arts and Humanities Citation Index, Revistes Cientifiques de Ciencies Socials Humanitais (CARHUS Plus); Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE); Directory of Open Access Journals (DOAJ); European Reference Index for the Humanities (ERIH PLUS); Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Latindex); SCOPUS, Journal Storage (JSTOR); The Philosopher’s Index, Ulrich’s Periodical Directory

561.#.#.u: https://www.filosoficas.unam.mx/

650.#.4.x: Artes y Humanidades

336.#.#.b: article

336.#.#.3: Artículo de Investigación

336.#.#.a: Artículo

351.#.#.6: https://critica.filosoficas.unam.mx/index.php/critica

351.#.#.b: Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía

351.#.#.a: Artículos

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270.1.#.p: Revistas UNAM. Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, UNAM en revistas@unam.mx

590.#.#.c: Open Journal Systems (OJS)

270.#.#.d: MX

270.1.#.d: México

590.#.#.b: Concentrador

883.#.#.u: https://revistas.unam.mx/catalogo/

883.#.#.a: Revistas UNAM

590.#.#.a: Coordinación de Difusión Cultural

883.#.#.1: https://www.publicaciones.unam.mx/

883.#.#.q: Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial

850.#.#.a: Universidad Nacional Autónoma de México

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100.1.#.a: Castañeda, Héctor-neri

524.#.#.a: Castañeda, Héctor-neri (1972). Thinking and the Structure of the World. Discours d’Ontologie. Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía; Vol. 6 Núm. 18, 1972; 43-86. Recuperado de https://repositorio.unam.mx/contenidos/4115847

245.1.0.a: Thinking and the Structure of the World. Discours d’Ontologie

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264.#.1.c: 2018-10-30

506.1.#.a: La titularidad de los derechos patrimoniales de esta obra pertenece a las instituciones editoras. Su uso se rige por una licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 Internacional, https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/legalcode.es, para un uso diferente consultar al responsable jurídico del repositorio por medio del correo electrónico alberto@filosoficas.unam.mx

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001.#.#.#: 034.oai:ojs2.132.248.184.97:article/142

041.#.7.h: eng

520.3.#.a: Este artículo formula un sistema básico de ontología que parece ubicarse en la línea de Platón, Leibniz, Frege y Meinong, arrojando así luz sobre la tradición racionalista y abstraccionista. I. Datos y problemas ontológicos El problema que surge al considerar las expresiones ‘Estrella de la Mañana’ y ‘Estrella de la tarde’ en contextos intencionales fue resuelto por Frege diciendo que ambas expresiones eran ambiguas y que tenían, por tanto, distinto sentido y distinto referente en diferentes oraciones. Por otra parte, Quine sugirió que el ‘es’ de ‘La Estrella de la Mañana es la Estrella de la Tarde’ expresaba no una relación de identidad, sino la relación, más débil, de congruencia. Este problema le sirvió igualmente para atacar a la lógica modal y a la cuantificación en contextos de creencia, en una versión sofisticada de la ya conocida. Esta solución no puede darse sin una teoría de la predicación y de la individualidad. Esta teoría tiene que tomar en cuenta también problemas como el que Geach plantea en “Intentional Identity”. Una solución ingenua a este problema consiste en permitir que el cuantificador existencial tenga en su dominio objetos posibles no existentes u objetos no materiales. Igualmente debe tenerse en cuenta el problema de contextos de creencia que se refieren a objetos imposibles, así como el caso de una persona que tiene diferentes actitudes hacia una misma entidad. Uno de los problemas centrales de toda ontología es el de explicar cómo una entidad que existe en el mundo es la misma sobre la que versa un acto de pensamiento. Éste se orienta hacia la existencia en el mundo, pero al mismo tiempo es impermeable a la existencia, la existencia parece ser una característica que permite diferenciar algunos objetos de pensamiento de otros; pero a la vez parece no ser característica alguna. La naturaleza de la existencia constituye, por tanto, un serio problema el cual se halla a su vez subordinado al de la constitución de los objetos, su unidad y su posesión de propiedades. II. La ontología abstraccionista: presentación informal Una ontología abstraccionista considera a las propiedades, en sí mismas, totalmente separadas de los particulares, como los constituyentes últimos del mundo. Estos constituyentes pueden llamarse formas, que a su vez pueden subdividirse en propiedades y operadores. Hay operadores que disminuyen y otros que aumentan el rasgo n-ádico de las propiedades. Hay un operador que opera sobre entidades y forma conjuntos, y estos últimos son individuos abstractos. Otro operador opera sobre propiedades monádicas y produce individuos concretos. Un individuo es un grupo de propiedades, y muchos de estos grupos son finitos. Hay un sentido primario de ‘es’ que origina una predicación primaria a la que se puede llamar predicación meinongiana. En cuanto a la identidad genuina, es una relación diádica muy especial regida por la Ley de Leibniz de la indiscernibilidad de los idénticos que requiere una indiscernibilidad fáctica. La actualidad (en oposición a la potencia) es sumamente misteriosa y produce individuos concretos totalmente fuera del reino de lo abstracto, sirviendo además para preservar, de los demás individuos, la individualidad requerida para la autoidentidad. Hay una relación diádica que puede llamarse de consustanciación o coactualidad, y es la única relación que conecta diferentes individuos concretos y los hace existir. La consustanciación es una relación de equivalencia que conglomera a infinidad de individuos y mediante tal relación se puede expresar con mayor claridad la idea platónica de que la actualidad es comunidad. Bajo este punto de vista, la existencia se puede analizar como autoconsustanciación. La consustanciación, que es una relación de equivalencia, es expresada por la palabra ‘es’. Esta relación se rige por la ley de consistencia, o sea, que sólo conjuntos de propiedades lógicamente compatibles determinan individuos concretos actualizables. Meinong cometió el error de confundir el objeto incompleto el círculo con la propiedad de la circularidad. Esta última se presenta en todo círculo existente, pero el primero no. Hay algunas relaciones tales que si uno de los relatos existe, también los otros deben existir; aquí hay composibilidad. Los individuos que son objeto de pensamiento entran en relación empírica con alguna mente. Según Meinong, pensar en un individuo es conferirle algún tipo de existencia, aunque no sea existente, o más aún, imposible. Esto se llama objetivación. Ésta, a su vez, implica una relación diádica empírica especial entre dos individuos concretos que puede llamarse coobjetivación o consociación. Ésta, como la consustanciación, es una relación diádica externa y una relación de equivalencia dentro de su campo, pero carece de las características de consistencia, clausura, contigüidad y completud. Además de la identidad genuina, hay una relación de comunidad a priori del ser que puede llamarse de co-fusión, que, además de ser una relación de equivalencia, se rige por una ley de interioridad en virtud de la cual el hombre que asesinó a Napoleón y a César es la entidad que tiene la propiedad de ser hombre, de haber asesinado a Napoleón y de haber asesinado a César. Rigen a la co-fusión también la ley de la “Propiedad de Autoidentidad de la Co-fusión” y la de la co-fusión de los autocongruentes. La teoría ontológica expuesta aquí da una respuesta afirmativa y otra negativa a la cuestión de si la existencia es un predicado y a la vez permite mostrar que la existencia es redundante y vacía, a pesar de que sobre ella versan la totalidad del pensamiento y la acción. Al mismo tiempo, en tanto que concuerda con Russell en algunos puntos, favorece a Meinong en otros, como en el reconocimiento de objetos imposibles. En esta teoría, los individuos concretos a que se refieren nuestras descripciones definidas son los mismos, existan o no. Estos individuos concretos son entidades materiales cuando se actualizan. Debe enfatizarse que esta teoría no identifica a los objetos materiales con conjuntos de individuos mutuamente consustanciados. Los conjuntos son siempre individuos abstractos, y la cuantificación sobre individuos concretos es cuantificación sobre objetos materiales; no sucede lo mismo con la cuantificación sobre conjuntos de individuos concretos mutuamente consustanciados. La presente teoría establece una distinción entre colecciones (bundles) y conjuntos o agregados (sets, aggregates), se coloca del lado de los teóricos de las colecciones de universales, y se aparta de los que establecen una igualdad entre colecciones y conjuntos. Pero esta teoría difiere de las teorías comunes de colecciones en cuanto a su concepción de lo que sea una colección. De las leyes de contigüidad y consistencia que rigen a la consustanciación se sigue que cada individuo que existe determina un conjunto de secuencias de individuos mutuamente consustanciados que culminan en individuos infinitos llamados individuos concretos Leibzinianos, y que se encuentran más allá de la aprehensión de las mentes finitas; son, sin embargo, indirectamente accesibles mediante los individuos cuasi-leibzinianos, cuya propiedad fundamental es de la forma tener todas las propiedades de cierto individuo leibziniano. Muchos individuos leibzinianos son materiales, pero no va contra el principio de la impenetrabilidad de la materia el permitir que haya consustanciación en el espacio y tiempo absolutos. Se puede hablar inclusive de la transustanciación de los grupos de consustanciación. Hay varias teorías sobre la referencia de los nombres propios a individuos y su relación con las descripciones definidas, las cuales están basadas en la falta de diferencia entre la referencia pura y la referencia estricta de un nombre. (I) Las oraciones que contienen nombres de individuos no expresan proposiciones, sino funciones proposicionales: (II) Un nombre desempeña el papel lógico de una variable libre de cuantificación, que indica las posiciones de un elemento de la proposición que tiene en mente el hablante, elemento que no queda expresado; (III) Un nombre también desempeña el papel lógico de expresar que el elemento no expresado es un individuo cuasi-leibziniano; (IV) Un nombre propio desempeña un supuesto papel causal, o sea, que la percepción del nombre por parte del oyente lo lleva a aprehender una proposición que converge con la proposición que tiene en mente el hablante. Tener un nombre en una lengua no es sino ser parte de un circuito causal que hace que la percepción de un nombre ocasione en circunstancias normales la aprehensión de una proposición que tiene como componente a cierto individuo. Se puede decir que los nombres propios desempeñan un papel referencial esencial, por un lado, y por otro tienen un sentido general. Las proposiciones son, pues, situaciones objetivas, y toda la teoría expuesta sostiene un realismo epistemológico. Según éste, los individuos son genuinos individuos, y no conceptos individuales. El pensamiento siempre es directo en su referencia a los objetos. Pensar en la Reina de Inglaterra es aprehender a la Reina de Inglaterra (tenerla en mente) en persona, exista ella o no. Frege postulaba dos tipos de entidad: sentidos y referentes. Tales entidades son suprimidas en esta teoría, en la que se restaura la unidad de la oratio recta y la oratio oblicua. en cuanto a las proposiciones existenciales negativas, esta teoría atribuye el mismo significado a oraciones que atruibuyen un color a una entidad y a oraciones que niegan la existencia de tal entidad. Aquí se sostienen la concretez de los individuos ordinarios y se sostiene la unidad del pensamiento y lenguaje que versan sobre su existencia: la negación y la afirmación de existencia son ambas sobre las mismas entidades. En esta teoría se puede generalizar sobre los individuos (generalización singular), aparezcan o no éstos en proposiciones sobre estados sicológicos. Esta teoría permite validar algunas inferencias de Quine que habían sido objetadas por Sleigh y Kaplan (objeciones aceptadas por Quine). Se sostiene aquí que no es cierto que saber que pertenezca al nivel proposicional y saber quién al nivel cuantificacional. Parece claro que hay un nivel cuantificacional de saber que. Saber quién requiere de una concepción relativizada de saber que. En cuanto a las entidades de ficción, siempre han constituido un problema. Antes pensaba que el mejor tratamiento de éstas consistía en suponer que para cada narración (story) hay un operador intencional, como se piensa que, que estaría implícito. Pero este análisis es insuficiente, pues hay narraciones ficticias sobre personas y cosas reales, y, por otra parte, hay enunciados que se refieren a personajes de narraciones distintas. Sin embargo, el enfoque del operador narrativo es correcto cuando señala que las narraciones son creaciones mentales. Así pues, la conexión que se da entre las proposiciones de una narración no es sino la conexión creada por el pensamiento, y la unidad de un personajes ficticio no es sino la unidad de una cadena de consociaciones. Esto hace posible que Don Quijote, por ejemplo, siendo la cadena de consociaciones creada por Cervantes, adquiera otros lazos de consociación en diferentes autores o críticos; no se puede llamar a esto transustanciación, sino transconsociación. III. Propiedades: atisbos metafísicos En la parte II hemos asumido que las propiedades son los materiales de construcción del mundo y de la estructura de los objetos posibles o imposibles que lo sustentan. Varios filósofos, además de los nominalistas, han dudado de esta asunción pensando que las propiedades ordinarias son demasiado concretas. La estructura del mundo expuesta en la parte II es compatible con la afirmación de que las propiedades asumidas en ella son complejos de microentidades metafísicas, sin embargo, el mismo tipo de análisis puede hacer aparecer las propiedades como conjuntos especiales de protopropiedades. Queda abierta la cuestión de si la estructura ontológica expuesta en la parte II es una mera representación o façon d’imaginer. El sistema de la parte II se entrelaza con las intuiciones de las grandes figuras históricas mencionadas en las partes I y II. La asunción fundamental de este sistema, o sea su platonismo, ha sido atacada en la historia de la Filosofía por los nominalistas (o fisicalistas). No podemos enfrascarnos aquí en un ataque al nominalismo. Ésta es una cuestión perenne que quizá carezca de una solución total. Quizá estemos condenados a contemplar indefinidamente el enfrentamiento entre dos tipos de naturaleza metafísica en una dialéctica histórica invisible en la que deben tener lugar las clarificaciones y desarrollos de los dos tipos de visión. Quizás el progreso filosófico consista en ver cada vez más y con mayor claridad cada una de las dos principales concepciones del mundo.

773.1.#.t: Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía; Vol. 6 Núm. 18 (1972); 43-86

773.1.#.o: https://critica.filosoficas.unam.mx/index.php/critica

022.#.#.a: ISSN electrónico: 1870-4905; ISSN impreso: 0011-1503

310.#.#.a: Cuatrimestral

300.#.#.a: Páginas: 43-86

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245.1.0.b: Thinking and the Structure of the World. Discours d’Ontologie

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No entro en nada

No entro en nada 2

Artículo

Thinking and the Structure of the World. Discours d’Ontologie

Castañeda, Héctor-neri

Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM, publicado en Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía, y cosechado de Revistas UNAM

Licencia de uso

Procedencia del contenido

Cita

Castañeda, Héctor-neri (1972). Thinking and the Structure of the World. Discours d’Ontologie. Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía; Vol. 6 Núm. 18, 1972; 43-86. Recuperado de https://repositorio.unam.mx/contenidos/4115847

Descripción del recurso

Autor(es)
Castañeda, Héctor-neri
Tipo
Artículo de Investigación
Área del conocimiento
Artes y Humanidades
Título
Thinking and the Structure of the World. Discours d’Ontologie
Fecha
2018-10-30
Resumen
Este artículo formula un sistema básico de ontología que parece ubicarse en la línea de Platón, Leibniz, Frege y Meinong, arrojando así luz sobre la tradición racionalista y abstraccionista. I. Datos y problemas ontológicos El problema que surge al considerar las expresiones ‘Estrella de la Mañana’ y ‘Estrella de la tarde’ en contextos intencionales fue resuelto por Frege diciendo que ambas expresiones eran ambiguas y que tenían, por tanto, distinto sentido y distinto referente en diferentes oraciones. Por otra parte, Quine sugirió que el ‘es’ de ‘La Estrella de la Mañana es la Estrella de la Tarde’ expresaba no una relación de identidad, sino la relación, más débil, de congruencia. Este problema le sirvió igualmente para atacar a la lógica modal y a la cuantificación en contextos de creencia, en una versión sofisticada de la ya conocida. Esta solución no puede darse sin una teoría de la predicación y de la individualidad. Esta teoría tiene que tomar en cuenta también problemas como el que Geach plantea en “Intentional Identity”. Una solución ingenua a este problema consiste en permitir que el cuantificador existencial tenga en su dominio objetos posibles no existentes u objetos no materiales. Igualmente debe tenerse en cuenta el problema de contextos de creencia que se refieren a objetos imposibles, así como el caso de una persona que tiene diferentes actitudes hacia una misma entidad. Uno de los problemas centrales de toda ontología es el de explicar cómo una entidad que existe en el mundo es la misma sobre la que versa un acto de pensamiento. Éste se orienta hacia la existencia en el mundo, pero al mismo tiempo es impermeable a la existencia, la existencia parece ser una característica que permite diferenciar algunos objetos de pensamiento de otros; pero a la vez parece no ser característica alguna. La naturaleza de la existencia constituye, por tanto, un serio problema el cual se halla a su vez subordinado al de la constitución de los objetos, su unidad y su posesión de propiedades. II. La ontología abstraccionista: presentación informal Una ontología abstraccionista considera a las propiedades, en sí mismas, totalmente separadas de los particulares, como los constituyentes últimos del mundo. Estos constituyentes pueden llamarse formas, que a su vez pueden subdividirse en propiedades y operadores. Hay operadores que disminuyen y otros que aumentan el rasgo n-ádico de las propiedades. Hay un operador que opera sobre entidades y forma conjuntos, y estos últimos son individuos abstractos. Otro operador opera sobre propiedades monádicas y produce individuos concretos. Un individuo es un grupo de propiedades, y muchos de estos grupos son finitos. Hay un sentido primario de ‘es’ que origina una predicación primaria a la que se puede llamar predicación meinongiana. En cuanto a la identidad genuina, es una relación diádica muy especial regida por la Ley de Leibniz de la indiscernibilidad de los idénticos que requiere una indiscernibilidad fáctica. La actualidad (en oposición a la potencia) es sumamente misteriosa y produce individuos concretos totalmente fuera del reino de lo abstracto, sirviendo además para preservar, de los demás individuos, la individualidad requerida para la autoidentidad. Hay una relación diádica que puede llamarse de consustanciación o coactualidad, y es la única relación que conecta diferentes individuos concretos y los hace existir. La consustanciación es una relación de equivalencia que conglomera a infinidad de individuos y mediante tal relación se puede expresar con mayor claridad la idea platónica de que la actualidad es comunidad. Bajo este punto de vista, la existencia se puede analizar como autoconsustanciación. La consustanciación, que es una relación de equivalencia, es expresada por la palabra ‘es’. Esta relación se rige por la ley de consistencia, o sea, que sólo conjuntos de propiedades lógicamente compatibles determinan individuos concretos actualizables. Meinong cometió el error de confundir el objeto incompleto el círculo con la propiedad de la circularidad. Esta última se presenta en todo círculo existente, pero el primero no. Hay algunas relaciones tales que si uno de los relatos existe, también los otros deben existir; aquí hay composibilidad. Los individuos que son objeto de pensamiento entran en relación empírica con alguna mente. Según Meinong, pensar en un individuo es conferirle algún tipo de existencia, aunque no sea existente, o más aún, imposible. Esto se llama objetivación. Ésta, a su vez, implica una relación diádica empírica especial entre dos individuos concretos que puede llamarse coobjetivación o consociación. Ésta, como la consustanciación, es una relación diádica externa y una relación de equivalencia dentro de su campo, pero carece de las características de consistencia, clausura, contigüidad y completud. Además de la identidad genuina, hay una relación de comunidad a priori del ser que puede llamarse de co-fusión, que, además de ser una relación de equivalencia, se rige por una ley de interioridad en virtud de la cual el hombre que asesinó a Napoleón y a César es la entidad que tiene la propiedad de ser hombre, de haber asesinado a Napoleón y de haber asesinado a César. Rigen a la co-fusión también la ley de la “Propiedad de Autoidentidad de la Co-fusión” y la de la co-fusión de los autocongruentes. La teoría ontológica expuesta aquí da una respuesta afirmativa y otra negativa a la cuestión de si la existencia es un predicado y a la vez permite mostrar que la existencia es redundante y vacía, a pesar de que sobre ella versan la totalidad del pensamiento y la acción. Al mismo tiempo, en tanto que concuerda con Russell en algunos puntos, favorece a Meinong en otros, como en el reconocimiento de objetos imposibles. En esta teoría, los individuos concretos a que se refieren nuestras descripciones definidas son los mismos, existan o no. Estos individuos concretos son entidades materiales cuando se actualizan. Debe enfatizarse que esta teoría no identifica a los objetos materiales con conjuntos de individuos mutuamente consustanciados. Los conjuntos son siempre individuos abstractos, y la cuantificación sobre individuos concretos es cuantificación sobre objetos materiales; no sucede lo mismo con la cuantificación sobre conjuntos de individuos concretos mutuamente consustanciados. La presente teoría establece una distinción entre colecciones (bundles) y conjuntos o agregados (sets, aggregates), se coloca del lado de los teóricos de las colecciones de universales, y se aparta de los que establecen una igualdad entre colecciones y conjuntos. Pero esta teoría difiere de las teorías comunes de colecciones en cuanto a su concepción de lo que sea una colección. De las leyes de contigüidad y consistencia que rigen a la consustanciación se sigue que cada individuo que existe determina un conjunto de secuencias de individuos mutuamente consustanciados que culminan en individuos infinitos llamados individuos concretos Leibzinianos, y que se encuentran más allá de la aprehensión de las mentes finitas; son, sin embargo, indirectamente accesibles mediante los individuos cuasi-leibzinianos, cuya propiedad fundamental es de la forma tener todas las propiedades de cierto individuo leibziniano. Muchos individuos leibzinianos son materiales, pero no va contra el principio de la impenetrabilidad de la materia el permitir que haya consustanciación en el espacio y tiempo absolutos. Se puede hablar inclusive de la transustanciación de los grupos de consustanciación. Hay varias teorías sobre la referencia de los nombres propios a individuos y su relación con las descripciones definidas, las cuales están basadas en la falta de diferencia entre la referencia pura y la referencia estricta de un nombre. (I) Las oraciones que contienen nombres de individuos no expresan proposiciones, sino funciones proposicionales: (II) Un nombre desempeña el papel lógico de una variable libre de cuantificación, que indica las posiciones de un elemento de la proposición que tiene en mente el hablante, elemento que no queda expresado; (III) Un nombre también desempeña el papel lógico de expresar que el elemento no expresado es un individuo cuasi-leibziniano; (IV) Un nombre propio desempeña un supuesto papel causal, o sea, que la percepción del nombre por parte del oyente lo lleva a aprehender una proposición que converge con la proposición que tiene en mente el hablante. Tener un nombre en una lengua no es sino ser parte de un circuito causal que hace que la percepción de un nombre ocasione en circunstancias normales la aprehensión de una proposición que tiene como componente a cierto individuo. Se puede decir que los nombres propios desempeñan un papel referencial esencial, por un lado, y por otro tienen un sentido general. Las proposiciones son, pues, situaciones objetivas, y toda la teoría expuesta sostiene un realismo epistemológico. Según éste, los individuos son genuinos individuos, y no conceptos individuales. El pensamiento siempre es directo en su referencia a los objetos. Pensar en la Reina de Inglaterra es aprehender a la Reina de Inglaterra (tenerla en mente) en persona, exista ella o no. Frege postulaba dos tipos de entidad: sentidos y referentes. Tales entidades son suprimidas en esta teoría, en la que se restaura la unidad de la oratio recta y la oratio oblicua. en cuanto a las proposiciones existenciales negativas, esta teoría atribuye el mismo significado a oraciones que atruibuyen un color a una entidad y a oraciones que niegan la existencia de tal entidad. Aquí se sostienen la concretez de los individuos ordinarios y se sostiene la unidad del pensamiento y lenguaje que versan sobre su existencia: la negación y la afirmación de existencia son ambas sobre las mismas entidades. En esta teoría se puede generalizar sobre los individuos (generalización singular), aparezcan o no éstos en proposiciones sobre estados sicológicos. Esta teoría permite validar algunas inferencias de Quine que habían sido objetadas por Sleigh y Kaplan (objeciones aceptadas por Quine). Se sostiene aquí que no es cierto que saber que pertenezca al nivel proposicional y saber quién al nivel cuantificacional. Parece claro que hay un nivel cuantificacional de saber que. Saber quién requiere de una concepción relativizada de saber que. En cuanto a las entidades de ficción, siempre han constituido un problema. Antes pensaba que el mejor tratamiento de éstas consistía en suponer que para cada narración (story) hay un operador intencional, como se piensa que, que estaría implícito. Pero este análisis es insuficiente, pues hay narraciones ficticias sobre personas y cosas reales, y, por otra parte, hay enunciados que se refieren a personajes de narraciones distintas. Sin embargo, el enfoque del operador narrativo es correcto cuando señala que las narraciones son creaciones mentales. Así pues, la conexión que se da entre las proposiciones de una narración no es sino la conexión creada por el pensamiento, y la unidad de un personajes ficticio no es sino la unidad de una cadena de consociaciones. Esto hace posible que Don Quijote, por ejemplo, siendo la cadena de consociaciones creada por Cervantes, adquiera otros lazos de consociación en diferentes autores o críticos; no se puede llamar a esto transustanciación, sino transconsociación. III. Propiedades: atisbos metafísicos En la parte II hemos asumido que las propiedades son los materiales de construcción del mundo y de la estructura de los objetos posibles o imposibles que lo sustentan. Varios filósofos, además de los nominalistas, han dudado de esta asunción pensando que las propiedades ordinarias son demasiado concretas. La estructura del mundo expuesta en la parte II es compatible con la afirmación de que las propiedades asumidas en ella son complejos de microentidades metafísicas, sin embargo, el mismo tipo de análisis puede hacer aparecer las propiedades como conjuntos especiales de protopropiedades. Queda abierta la cuestión de si la estructura ontológica expuesta en la parte II es una mera representación o façon d’imaginer. El sistema de la parte II se entrelaza con las intuiciones de las grandes figuras históricas mencionadas en las partes I y II. La asunción fundamental de este sistema, o sea su platonismo, ha sido atacada en la historia de la Filosofía por los nominalistas (o fisicalistas). No podemos enfrascarnos aquí en un ataque al nominalismo. Ésta es una cuestión perenne que quizá carezca de una solución total. Quizá estemos condenados a contemplar indefinidamente el enfrentamiento entre dos tipos de naturaleza metafísica en una dialéctica histórica invisible en la que deben tener lugar las clarificaciones y desarrollos de los dos tipos de visión. Quizás el progreso filosófico consista en ver cada vez más y con mayor claridad cada una de las dos principales concepciones del mundo.
Idioma
eng
ISSN
ISSN electrónico: 1870-4905; ISSN impreso: 0011-1503

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